martes, 29 de marzo de 2011

El roble y el bambú

http://lasdocedelreloj.files.wordpress.com/2010/06/roble.jpgCierto día, estaba en el bosque un joven, que golpeaba un árbol, con furia e insistencia. Golpe tras golpe, la ira del joven se desvanecía, hasta que por fin, dejó de golpear al árbol. Un hombre viejo, que observaba la escena, fue adonde él estaba. Se sentó, miró al joven, y le dijo:

-¡Conque eres muy duro! Tienes problemas y los resuelves golpeando un árbol.

El joven le contestó:
-Sí, así soy, duro y fuerte.

El hombre viejo replicó:
-Prefieres golpear un árbol, descargar toda tu energía en él y abandonar tus problemas sin tratar de resolverlos. Así que eres duro y fuerte.
Ven, te voy a decir algo.



http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/0e/Giant_bamboo_forest_-_Fushimi_Inari.jpgEl viejo llevó al joven hasta donde estaba un roble, y después lo llevó a donde estaba un bambú.

El viejo le dice:
-Obsérvalos, el roble es grande, duro, y muy fuerte, igual que tú, y el bambú es diferente, pues es muy delgado, y flexible. ¿Sabes? En tiempos de tormenta, cuando los vientos soplan muy fuerte, el único que sobrevive a tal desastre natural es el bambú, ya que el roble es muy duro para soportar la tormenta.


El bambú con su gran flexibilidad soporta toda tormenta, ya que se mueve y dobla en armonía hacia donde los vientos se dirijan. Mientras que el roble es tan, tan duro, tan estático, que en vez de doblarse, se quiebra, trata de resistir o imponerse ante la tormenta, hasta que tarde o temprano, cede. Pasada la tormenta, el único que queda de pie es el bambú delgado y flexible, listo para soportar otra tormenta.

Esta historia sencilla tiene una moraleja clara: en tiempos de dificultad, como las tormentas que debe afrontar el roble o el bambú, sólo el que es flexible, y actúa en armonía con el fluir del viento, permanece. Quienes sean como el roble: duros, rígidos, sin capacidad de moverse, son arrancados de raíz, por los fuertes vientos.https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyV7hVujDJ3yZzK5Rk5lr_fu9lR2MedtFH8fBkAQWwps4IjYLT_1ikwiqEEYdVjG0Afqi-Al954wJvzDC3ruWUloounFudjsWxZv5i0bxBYIYgiG0OIKVa3qW0e2Yo4BSrJofbnJtMUC_8/s1600/bambu+camino.bmpLógicamente, hay circunstancias que demandan una postura firme, sin variaciones, ser como el roble. Pero, toda la dureza del roble, ante los fuertes vientos, no sirve, le es una desventaja. Claro, el roble no puede cambiar, pero uno sí. Hay circunstancias en las que hay que captar la dirección de los "vientos", y amoldarse a ellos. Ser flexible, entender las situaciones, y discernir los tiempos en que las cosas toman un giro. Esa es la lección del roble y el bambú.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Tener paz con Dios

http://sn2files.storage.live.com/y1paaU9yBA1xo65aeow-xFkNRexuO1y_uTCz88WqlS4PZQ9XMT-mQJM4C21Ff4pMLj4WhCgB8WANik¿Es posible tener paz hoy día?  Vemos las noticias, acontecimientos como la guerra en Libia, el desastre nuclear en Japón, el aumento de terremotos y desastres naturales, y naturalmente, la pregunta es: ¿puedo tener paz?  ¿puedo dormir tranquilamente esta noche y levantarme mañana en paz?

En Dios podemos descansar, sentirnos protegidos, cuidados, como si fuéramos la "niña de sus ojos". En Dios tenemos paz, no cualquiera: la paz de Dios, ese estado de calma y serenidad, como la que se siente al ver un arco iris, o una hermosa puesta de sol. Hay sosiego, tranquilidad, como si una suave brisa nos acariciara el alma. ¿Ansiedades, angustias, preocupaciones? El Padre se encarga de eso.

En Jehová, el Padre, tenemos paz, porque Él demuestra Su amor, nos provee, hace descansar el corazón y la mente. En Su Presencia, tenemos luz, verdad, amor. ¿Qué podemos hacer para tener paz con Dios?

Que la Palabra de Dios nos fortalezca

Tener la paz de Dios requiere acción. A Josué, hombre que vivió los 40 años de Israel vagar por el desierto y fue el líder de Israel durante la conquista de la tierra prometida, le dijo Jehová que leyera la Ley de Dios "día y noche, musitándola". Josué debía llenarse de las palabras de Dios, reflexionando en ellas, visualizando su resultado.   

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De modo parecido, al leer y meditar en las Escrituras, recibimos consuelo, o las fuerzas cuando nos encaramos a problemas. Lee el Salmo 23, o el 91, y reflexiona en esas palabras. Imagínate la ternura del pastor tomando a una oveja, que tal vez está algo dolida o lastimada, y visualiza al pastor untando con aceite sus heridas. Eso no lo puede hacer la oveja por sí sola, ¿cierto? Así es Jehová, el Pastor. No importa si estamos lastimados, o cansados, Él puede tomarnos en Sus brazos, y untar nuestras heridas con el aceite de Su amor, y curarnos, dándonos consuelo.

No importa qué situación estemos pasando en este momento. Siempre hay una salida. Orar a Dios, buscar Su guía, y dejarse guiar, y sentir Su amor, es la mejor manera de tener paz, paz con Dios.

viernes, 18 de marzo de 2011

“Los cabellos de su cabeza están todos contados”: qué significa

En el Salmo 91, leemos que Dios promete protección total a los Suyos. ¿Cómo entender cuánto nos protege Dios?

Jesús dijo en una ocasión que no tuviéramos miedo, porque “los cabellos de la cabeza de ustedes están todos  contados” (Mateo 10:30). ¿Qué significan esas palabras, y cómo nos ayudan a entender que Dios nos cuida?

Según estimaciones realizadas, tenemos en promedio unos 100.000 cabellos en nuestra cabeza. El cabello es parte de nuestro adorno personal, y tiene un ciclo de crecimiento denominado ciclo capilar, que dura de 1-5 años. Cuando termina ese ciclo, el cabello cae  y luego de un período de tiempo, inicia su desarrollo en el mismo poro que el anterior. Por causa de este ciclo natural una persona que no tenga trastornos capilares, pierde al día de 80 a 200 cabellos. Sí, diariamente perdemos hasta 200 cabellos.

Nuestra cabeza y sus cabellos están en un ciclo dinámico de crecimiento y renovación. Nos levantamos esta mañana con una cantidad cierta de cabellos, pero al transcurrir el día, el número va cambiando. Si nosotros tuviéramos que llevar la contabilidad en tiempo real de cuántos cabellos tenemos, sencillamente estaríamos todo el día haciéndolo. Pero hay Alguien  que sí toma nota de cada uno de los cabellos que tenemos en la cabeza en número exacto, a cada momento del día: nuestro Padre “que está en los Cielos”.


Jesús hablaba de un concepto que era conocido para los judíos de su tiempo: que el cuidado providencial de Dios es tierno y guardando cada detalle de nuestra vida, hasta el que nos pudiera parecer “insignificante”, como el cuidado de nuestros cabellos.
Debemos reflexionar en estas palabras de Jesús y tenerlas presentes. Cada día, a lo largo del día, estamos enfrentando diversas situaciones y circunstancias. Es importante que tengamos claro que Dios conoce al detalle todo aspecto de nuestra vida, y que no debemos vivir en ansiedad y angustia, si sabemos que Dios como Padre amoroso, está al cuidado de nuestras vidas. No importa si nos preocupa la salud, nuestra situación económica, o cualquier otra circunstancia. Si Dios conoce cuántos cabellos tenemos, cosa que nosotros exactamente nunca hemos sabido (a menos que nos hayamos puesto a contarlos uno por uno), entonces, ¿por qué no orar al Padre, depositando en Él todas las cosas, y esperando Su bondad y amor en nuestras vidas?

domingo, 13 de marzo de 2011

La "grande" Fe de un militar romano: necesidad de tenerla HOY

http://i.ytimg.com/vi/-w8hDZHXhQw/0.jpgConvertir agua en vino, multiplicar panes, sanar leprosos, dar la vista a los ciegos, son algunos de los actos que hizo Jesús, en los que se hizo evidente el poder de Dios, y Su capacidad de responder con soluciones a problemas y situaciones humanas diversas.


Por ejemplo, cuando miles de personas que seguían a Jesús estaban hambrientas y era imposible que pudieran comer, por estar lejos de casa o de alguna ciudad para comprar víveres, Jesús las alimentó milagrosamente en 2 ocasiones. O cuando alguna persona estaba enferma, tan sólo tocar a Jesús era suficiente para sanar: como el caso de la mujer con 12 años de flujo de sangre. En los milagros de Jesús hay un elemento clave: la fe.


¿Qué puede decirse sobre la fe de las personas que recibieron milagros de Jesús en su vida? ¿Fueron todos los que se beneficiaron del poder de Cristo Jesús, y sus milagros, personas de una gran fe?

http://farm5.static.flickr.com/4030/4470840322_564f49412b.jpgEl relato sobre un milagro de Jesús nos aclara esta pregunta, y nos muestra cómo Jesús evalúa la fe de las personas (el relato lo hallamos en Lucas 7:1-10 y Mateo 8:5-13). En cierta ocasión Jesús entra en Capernaum. Hombres prominentes de la ciudad se le acercan para pedirle algo. ¿Qué?


Sucede que un militar, oficial del ejército romano que es gentil, o pagano, que tiene a su cargo una cuadrilla de 100 hombres (por eso se le llama "centurión"), tiene un grave problema: el más estimado de sus siervos está gravemente enfermo, puede morir de un momento a otro. Y... sólo Jesús puede salvarlo de una muerte segura.


Los judíos le piden a Jesús que actúe a favor del oficial.  No es una petición fácil. Se trata de pedirle a Jesucristo que salve la vida a un hombre pagano, un no judío. Sin embargo, es el oficial romano el que está pidiendo a Jesús que haga esto. Pero un no judío o pagano, no puede venir ante Jesús y pedirle este milagro. Se supone que una persona no judía es una persona de la peor calaña, que no respeta a Dios ni tiene las mínimas normas morales y éticas. ¿Una persona así le está pidiendo al Mesías un milagro?      


Este militar romano no es así. Los líderes judíos dicen que es un hombre "digno" de este favor, pues ama a la nación judía, y él edificó la sinagoga que había en Capernaum. Es decir, que este militar romano había demostrado con hechos que tenía una actitud hacia Dios y la nación judía que era positiva, muy diferente a la de otros romanos. Sí, este militar no iba a la sinagoga pues no era ni judío ni prosélito, pero en su corazón había respeto piadoso por Dios. 


http://rogerpuma.files.wordpress.com/2008/04/jesus12.jpg
¿Qué hace Jesús? Se va con los hombres. Al acercarse a la casa del militar romano, él envía a unas personas a decir: 

“Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres debajo de mi techo. Por esto no me consideré digno de ir a ti”.

Estas palabras del oficial son de humildad. ¡Qué diferente a la actitud arrogante y prepotente de los judíos que se creían superiores a los demás, con derecho a juzgar y pisotear moralmente a otros!

Este centurión romano manda un mensaje a Jesús:

 “Di la palabra, y sea sanado mi sirviente. Porque yo soy también un hombre puesto bajo autoridad, que tengo soldados bajo mí, y si digo a este: ‘¡Vete!’, se va, y a otro: ‘¡Ven!’, él viene, y a mi esclavo: ‘¡Haz esto!’, y él lo hace”.


Cuando Jesús escuchó aquello, Él se admiró. Quedó maravillado por estas palabras del oficial romano. Si buscamos por todos los 4 evangelios, es la única vez que se indica que Jesús sintiera admiración por alguien, o se maravillara por la respuesta de una persona. 


¿Por qué Jesús siente eso por las palabras del centurión?

 

Les digo en verdad —dice Jesús—: 

No he hallado en Israel a nadie con tan grande fe.

Jesús conocía a todos los israelitas. Sabía quién era quién en Israel. Y nadie demostró la grande fe que tuvo el centurión. Por cierto, que Jesús habla de que Él no había hallado a nadie con un fe tan grande. Era como si hubiera estado todo el tiempo en una búsqueda afanosa, como quien busca una aguja en un pajar, por ver si a l g u i e n demostraba fe. Y en Israel no hubo una persona de una fe grande. Pero el centurión romano, el personaje que uno menos se imaginaría que podría tener fe, ese fue el que hizo que Jesús sintiera admiración por él.    


Jesús sanó al siervo del oficial. ¿Cómo lo hizo? No tuvo necesidad de ir a la casa del oficial, tocar al enfermo y sanarlo. Simplemente dio la palabra de curación para el siervo del oficial, y sucedió. ¿Se imagina un milagro en el que Jesús, a distancia, curó a una persona que casi muere? 

Al Jesús hablar de la fe grande del militar romano, ¿qué quiso decir? La fe no es una cosa material, tangible. Es de naturaleza espiritual. Es una de las grandes virtudes espirituales, junto al amor y la esperanza. Estas palabras de Jesús nos indican que para Él, no basta con tener "fe". Hay una fe que es grande. Grande, no en tamaño, sino en calidad y grado 

 
Si recordamos la ocasión en que Pedro caminó sobre las aguas, y vio la tormenta y se hundió, ¿qué le dice Jesús cuando regresan a la barca, sanos y salvospoca" fe. Sí, Pedro tenía fe en Jesús, en que era el Mesías y en Sus enseñanzas, pero en el momento de la tormenta, en el que estaba en medio de una crisis grave, tenía a Jesús al frente, y dudó. Prevaleció la duda, no la fe. La "poca" fe de Pedro no fue lo suficientemente fuerte, de una cualidad probada, como para haberlo mantenido en pie en medio de la tormenta con la vista fija en Jesucristo.

La fe grande del oficial complació a Jesús. La actitud humilde, de confianza plena en que Jesús actuaría fue lo que movió al oficial a hacer algo extraordinario: pedir un milagro al Hijo de Dios. Quien tiene una fe grande tiene esa actitud de humildad, audacia y confianza plena. ¿Audacia? Sí, el oficial fue audaz, porque no era 100% seguro que Jesús accedería. Pero él se atrevió a hacer lo que pudiera para lograr la curación de su siervo.

La fe requiere osadía, atreverse, no dar por sentado que Dios actuará, o que Dios sabe lo que uno quiere. La fe grande significa saber que actuar con la debida actitud aquí en la Tierra mueve algo allá en el Trono de Dios. Jesús al enseñar sobre la oración, siempre usó ilustraciones de personas que eran insistentes, tercas, hasta "fastidiosas". ¿Qué era la viuda que le pedía justicia al Juez? ¿O el amigo que iba a medianoche a pedirle panes al amigo que estaba durmiendo? 

A veces por pena, por miedo, o por no tener la certeza de que uno va a lograr el objetivo, no se ora a Dios por algo, no se lucha por lograr lo que uno quiere de Dios. El centurión romano tenía claro que quería: que su siervo se sanara.

Tener claro qué se quiere, hace más fácil la lucha. Es como concentrar toda la fuerza de voluntad y energías en un objetivo. Pero si uno no sabe lo que quiere, es difícil que Dios actúe. ¿No se supone que Dios sabe lo que uno quiere? Sí, pero, también es importante que lo tenga claro uno mismo.

La fe es indispensable para triunfar. "Sin fe es imposible agradar a Dios", escribiría Pablo. El ejemplo del militar romano nos indica que tener claros los objetivos de lo que queremos, tener la debida actitud de humildad y perseverancia ante Dios, con una inquebrantable confianza, mueve al Dios de los cielos a actuar a nuestro favor.     


      

miércoles, 9 de marzo de 2011

Recorre la milla extra

“Si alguien te pide que camines una milla, anda con él dos” 

J e s u c r i s t o



Esta frase la dijo Jesús sólo una vez durante su ministerio: en el Sermón del Monte. Sin embargo, encierra para nosotros una poderosa enseñanza acerca de cómo debemos ver el trabajo o el esfuerzo que ponemos cada día en nuestras actividades.   

Recorre la milla extra: significado 
 
Jesús estaba hablando a hombres y mujeres judíos, personas que en su gran mayoría eran de la clase trabajadora: pescadores, agricultores, carpinteros (como lo había sido Jesús), recaudadores de impuestos, artesanos. En resumen, eran personas que trabajaban para vivir, y pagar sus deudas de impuestos al Imperio Romano, que estaban bajo el sistema farisaico, en el que las personas comunes y corrientes eran consideradas "malditas" por no conocer "tanto" de la Ley de Moisés y Oral (cargada de tradiciones no basadas en las Escrituras) como los sacerdotes y fariseos. Ellas estaban ahí, cerca de Jesús, para que Él les enseñara y guiara, se sentían atraídas por la paz y el amor que les transmitía el Señor.

¿Qué enseñarles a esas personas que les fuera de valor, que les sirviera en su vida diaria? Jesús enseñó cosas profundas acerca de Dios, pero también enseñó principios prácticos. Por eso, después de haber hablado sobre la felicidad, ser la luz del mundo y prevenir el adulterio, Jesús sencillamente dijo:

A cualquiera que te obligue a llevar carga 
por una milla, ve con él dos  

Mateo 5:41, Versión Reina Valera 1995 

Jesús estaba hablando de una práctica común en sus tiempos. Los soldados romanos que ocupaban el país podían obligar a cualquier transeúnte a llevarles su carga hasta por una milla (como 1.5 km). Imaginémonos por un momento que somos un judío o una judía de tiempos de Jesús, y hemos trabajado todo el día. Ahora vamos de regreso a casa, estamos cansados y lo único que queremos es llegar a casa, comer, dormir... pero vamos caminando y de repente, en el camino aparece una cuadrilla de soldados romanos, que son hombres paganos y gentiles, y nos piden que les llevemos su pesada carga una milla. ¿Cómo nos sentiríamos? No podemos negarnos a hacerlo, porque si lo hacemos, nos multan o nos mandan a la cárcel. 
  
Seguramente cuando Jesús expresó esta frase de "recorrer una milla", muchos debieron haber recordado que les pasó exactamente eso: que vino cualquier soldado romano un buen día, estando cansados, y les obligó a llevarles la carga. Sin embargo, Jesús, el Rabí, les está enseñando algo impactante: que cualquiera que los obligue a recorrer una milla, ellos estén dispuestos a recorrer una milla extra.

El punto es, según lo indica Jesús, es que uno estaba obligado a caminar una milla, pero Él nos enseña a tener la actitud de hacer más de lo que estamos obligados a hacer. Sí, porque si uno camina la primera milla, lo hace por obligación, y al caminar la segunda milla, lo hace por voluntad propia.    


Recorre la milla extra: significado práctico 

Jesús estaba revelando el secreto para tener éxito en cualquier trabajo. Este principio que Él enseñó no podemos considerarlo "religioso" ni espiritual. Él no dijo "si recorren la milla extra, Dios los premiará con esto y aquello". Él expresó un principio que funciona en todo aspecto de nuestra vida, trabaja para todos, inclusive para los que no creen en Dios. Hay personas no creyentes en Dios que son exitosos, precisamente porque siguen esta ley.
 
Excelencia. Dar más y mejor. Ese es el significado de lo que Jesús enseñó al decirnos que recorramos la milla extra. Es un hecho comprobado que quien se limita a hacer sólo lo que le piden o está obligado a hacer, no tiene éxito. Es una persona promedio, se parece a todo el mundo. Es una persona que se conforma con lo mínimo, sin mayor nivel de exigencia. Por consiguiente, sus ingresos de dinero son promedio, y la calidad de su vida es promedio. 
   
Recorrer la milla extra, en sentido práctico, significa que tenemos la actitud de dar lo mejor de nosotros mismos, de poner ese extra en todo lo que hagamos, independientemente de si obtenemos beneficios inmediatos o no. Quien hace lo que está obligado a hacer, sólo recorre una milla, por decirlo así. Quien hace lo que tiene que hacer y hace más y mejor de lo que se espera de él o de ella, y lo hace de buena gana, por voluntad propia, aunque no tenga beneficios tangibles en el momento, es el que recorre la milla extra. 

Jesús mismo es ejemplo de recorrer la milla extra. ¿Recuerda cuando convirtió el agua en vino? ¿Cómo era ese vino? En el evangelio de Juan 2:6-11 tenemos la respuesta:

Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada una cabían unos cien litros. 

Jesús dijo a los sirvientes: 

—Llenen de agua las tinajas.

Y los sirvientes las llenaron hasta el borde.
 

—Ahora saquen un poco y llévenlo al maestresala —les dijo Jesús. 

Así lo hicieron. El maestresala probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio y le dijo: 

Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora.
 

Ésta, la primera de sus señales, la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

El vino en la fiesta se acabó. Ya era muy tarde en la noche, y la gente probablemente ya estaba "pasada" de tragos. María, que conocía a los novios, intervino para evitarles el bochorno de que se acabara el vino antes de que acabara la fiesta, y por ello, pidió a Jesús que hiciera algo. Él entonces convirtió el agua en vino. El simple hecho de convertir agua en vino ya era de por sí un milagro. Sin embargo, era el primer milagro de Jesús, y sirvió de señal, para que sus discípulos creyeran en Él. Por eso vemos que mandó a que el maestresala, el director encargado del banquete de la boda, probara el vino. Tras probar el vino, llamó al novio y le dijo en pocas palabras "eres diferente, porque todos los novios sirven primero el mejor vino y luego el más barato, pero reservaste el mejor vino hasta ahora tarde en la noche".

Evidentemente, fue Jesús quien hizo la diferencia en ese banquete. Y lo hizo suministrando el vino mejor, el excelente. ¿Captamos el punto?


Cuando somos personas de excelencia, que estamos dispuestas a dar sólo lo mejor, marcamos una diferencia. Somos diferentes al resto de las personas. Notemos que el maestresala le dijo al novio, en pocas palabras, que él no sirvió en su fiesta el vino barato, sino el excelente. Jesús nos enseñó a tener la actitud de excelencia, de dar más, de ser mejores, aun cuando no tengamos beneficios en el principio, puesto que si mantenemos una actitud de excelencia, Dios atraerá lo excelente y mejor para nuestras vidas.

Quizás alguien razone dentro de sí, diciendo: "esto de recorrer la milla extra en mi trabajo, o en mis negocios, o en mis estudios, sin nada a cambio, ¿funciona?". Sí, funciona, porque es un principio, y los principios son eternos y universales, se mantienen autovalidantes. 

Tener la actitud de excelencia que aconseja Jesús nos beneficia. El único medio cierto de triunfar es rendir más y mejor de lo que se espera de uno. Éste es un hábito seguido por todas las personas de éxito desde el principio de los tiempos. Por el contrario el camino más seguro para la mediocridad es realizar solamente el trabajo que hacemos por obligación. 
  
No piense que le están engañando si rinde más de lo que se le paga. Cuando uno hace más de lo que le pagan, aprende y se convierte en un experto y eso le hace ganar más dinero. Si el actual empleador no le recompensa lo hará el siguiente y con creces, simplemente porque valdrá más. Sí, quien tiene la actitud de recorrer la milla extra, vale más.
 
Al caminar la milla extra entra en efecto “La ley de acción y reacción” que es infalible. Esto quiere decir que todo el esfuerzo que uno hace no se pierde, regresa en forma material. Si no regresa de inmediato, lo hará mañana multiplicado por diez. 
 
El concepto es simple: “Da lo mejor de ti al mundo y el mundo te va a regresar lo mejor”. 

Cualquiera que utilice este método será siempre el número uno en cualquier tipo de trabajo y lo maravilloso de esta ley es, que lo que aprendes recorriendo la milla extra te pone en un nivel superior, donde hay menos competición.

Este principio se aplica no sólo al aspecto económico. También trabaja en tus relaciones personales. Un padre que camina la milla extra en su función de padre tendrá hijos exitosos. Un cónyuge que camina la milla extra por su pareja, tendrá una relación feliz. 

La única verdad es que todos los secretos para ser feliz, aprender, prosperar y encontrar lo que realmente va a cambiar tu vida, está reservado para aquellos que recorren la milla extra. En la parábola de los talentos, ¿a quiénes premió el Amo? A los que duplicaron sus talentos o monedas, al que no se esforzó, ninguna recompensa le vino, sino juicio y humillación.

Jesús es el Gran Maestro y Pastor. Y nos dejó este principio como enseñanza, cuya aplicación diaria nos hará ser diferentes, y es parte de ser la "luz del mundo". Son innumerables los beneficios de recorrer la milla extra. Y como todo lo que Jesús enseñó es verdad, este principio es verdadero y funciona. Pongamóslo en práctica. 
 

domingo, 6 de marzo de 2011

Esperanza: cómo tenerla

Dos ranas cayeron al mismo tiempo en dos vasijas diferentes que contenían leche. Una de las ranas dice: “No puedo salir de este cacharro, porque las paredes son muy lisas. No puedo respirar en la leche, voy a asfixiarme, estoy perdida”. Cada minuto que pasaba se sentía desesperada, no veía la salida para su situación. Nadie iba a ayudarla, se decía a sí misma esta rana. Además, pensaba que no valía la pena seguir luchando por salir de la vasija de leche, y que TODO ESTABA PERDIDO. Se cansó de seguir intentando salir de la vasija, dejó de luchar y se ahogó.

Mientras tanto, la otra rana está en su vasija llena de leche. No sabe qué hacer para salir de ahí. Al fin y al cabo, todo pasó de repente, y no estaba preparada de antemano con una estrategia para salir de la vasija. Pero esta rana estaba acostumbrada a luchar, a tratar de hacer algo para salir adelante a pesar de las circunstancias. Se decía: "Vamos rana, tú eres una campeona, tú has podido salir de peores situaciones que esta. Tú puedes, ¡vamos! sigue luchando". Ni por un instante pensó esta rana en darse por vencida. Esa no sería jamás una opción. Sabía que valía la pena seguir luchando, aunque no supiera CÓMO saldría de allí. Y pensaba, además, que estar metida en una vasija de leche era algo circunstancial. Esa vasija de leche, y esa circunstancia de ese momento, no sería el fin de su vida. Había salido de crisis peores, y de esta, saldría también.

Así que comenzó a agitarse en todos los sentidos. Estaba moviéndose continuamente. No esperaba a que apareciera alguien a sacarla: ella podría sola salir de la vasija. Al moverse continuamente, bate la leche con tanto vigor que ésta se transforma en mantequilla. La rana entonces salta sobre la mantequilla y sale de la vasija.


"Las ranas en las tinajas de leche"

Tod@s nosotros somos, o hemos sido, como una de esas dos ranas.

¿Cuál fue la diferencia entre ellas?

En una sola palabra:

E S P E R A N Z A

Bien dice una famosa canción que hay pintarse la cara Color Esperanza.

P E R O . . .

¿Es posible hoy en día tener
ESPERANZA en el corazón?

Cada cual recuerda una película, una historia, un relato, o quizás un famoso refrán que avive la esperanza en el alma.

La esperanza es LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE.

Eso dice un famoso dicho. Pero para muchas personas ese dicho no se cumple porque sencillamente ya no tienen esperanza, o tal vez, nunca la han tenido.

Y, ¿qué es la esperanza?

Es un estado mental y emocional que da certeza y seguridad sobre las cosas que deseamos. Quien tiene esperanza confía en conseguir lo que desea, cree que ha de suceder lo que espera.

En el caso de la rana que murió, no tenía esperanza. Jamás creyó que sucedería que saldría de la vasija. En cambio, la rana que salió de la vasija SIEMPRE tuvo esperanza. Mantuvo pensamientos y sentimientos positivos y optimistas sobre el hecho de que, así no supiera cómo, saldría de la vasija. Y así sucedió.

La Biblia habla sobre la esperanza.

Hay relatos bíblicos que parecieran reflejar nuestra vida en algún momento, y nos dan esperanza, porque son ejemplos de mujeres y hombres reales, con vidas que tuvieron conflictos, dudas, no sabían qué hacer, estaban perdidos, y Dios les ayudó. Sí, fueron personas con esperanza, que siempre creyeron que Dios, así fuera en el último segundo del partido, les daría la victoria.

Uno no ve en la Biblia a gente que las tenía todas consigo, y no necesitaba a Dios. Una mujer viuda, una estéril, una nación acorralada entre el mar y un poderoso ejército, o un pastorcillo enfrentando a un gigante de 3 metros de estatura, son relatos que nos enseñan que tener esperanza es la diferencia entre la victoria y la derrota, o entre la vida y la muerte.

Dice la Biblia:

Jeremías 29:11
Porque yo mismo bien conozco los pensamientos que estoy pensando para con ustedes —es la expresión de Jehová—, pensamientos de paz, y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza.

Sí, Jehová piensa, tiene pensamientos sobre cada un@ de nosotr@s. ¿Qué piensa, exactamente?
Pensamientos de Paz.

En hebreo, Paz significa Scha·lóhm.

Para Dios, la Paz es: Salud, estar sano y salvo, bienestar, la totalidad o la cualidad de estar completo. Significa bienestar, salvación y concordia, además de ausencia de disturbio.

Dice esa cita bíblica que los pensamientos que Dios tiene sobre un@, son pensamientos de Paz, y tienen un efecto: producen esperanza y un futuro.

¿Es creíble pensar que Jehová Dios tiene pensamientos acerca de un@ que sean de Paz, que resulten en esperanza para un futuro mejor PARA MÍ AHORA MISMO?

Tod@s tenemos problemas. Y esos problemas tienen solución. No es necesario hacer un inventario en este momento de cuáles son nuestros problemas. Sabemos cuáles son, y Dios lo sabe también.

Lo importante es tener claro que, a diferencia de la rana perseverante, tenemos la ayuda de Dios disponible para hacer frente a nuestros problemas.

El primer paso para tener esa esperanza de que podremos salir adelante comienza con la oración:

Filipenses 4:6-7
No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; 7 y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús.

Pongamos la lupa en esa frase: La paz de Dios que supera a TODO PENSAMIENTO guardará sus corazones y facultades mentales.

¿Qué efecto emocional tienen los problemas que enfrentamos y las diversas situaciones que se nos presentan?

Depresión, angustia, ansiedad. Esos estados emocionales son todo lo contrario a la Paz de Dios. Tenemos una especie de martillo en nuestra mente que nos recuerda día y noche lo grave del problema, nos da temor y nos paralizamos. ¿Nos ha pasado? Sí.

Recordemos a la rana que salió de la vasija. Si se hubiera quedado paralizada por el temor a morir ahogada, sencillamente no sale.

Tener esperanza no es una opción entre 2; es la ÚNICA opción si queremos salir adelante.

Si buscáramos en la Biblia cuál de los 66 libros que componen las Escrituras es el que más menciona la palabra esperanza, nos sorprendería saber que son los libros de Romanos y Job.

¿Habla el libro de Job sobre la esperanza?

¿No se supone que Job lo PERDIÓ TODO?

¿Qué esperanza puede tener un hombre enfermo, que QUEDÓ SIN NADA?

Sí, efectivamente, fue Job uno de los hombres que habló más sobre la esperanza. Y hablaba de ella no como catarsis emocional, o como una ilusión pasajera, o para pasar el trago amargo de perder a sus hijos, su riqueza y hasta tener una grave crisis matrimonial y padecer una grave enfermedad.

Job 6:8
¡Oh, que viniera lo que solicité y que Dios otorgara aun mi esperanza!

Job tenía esperanza, porque TODA su vida, había tenido fe y confianza en Dios, y ahora, viviendo la peor crisis de su vida, no iba a dejar de tener esperanza, aun cuando no había nada que le hiciera creer que las cosas cambiarían.

Si Job, con todo lo que sufrió, tuvo esperanza de una vida mejor con la ayuda de Dios, ¿cómo no tenerla un@, pase lo que pase en este momento?

Job razonó:

Porque existe esperanza hasta para un árbol. Si es cortado, todavía brota de nuevo, y su propia ramita no cesa de ser. 8 Si su raíz envejece en la tierra, y en el polvo muere su tocón, 9 al olor del agua brota, y ciertamente produce rama mayor como planta nueva.
Job 14:7-9

Sí, si existe esperanza para un árbol, ¿cómo no haberla para alguien en quien piensa Jehová pensamientos de Paz, para darle un futuro y una esperanza?

El libro de la Biblia que más menciona la palabra esperanza es Romanos. Lo hace 14 veces.

Veamos una de ellas:

Romanos 8:24-25
Porque fuimos salvados en esta esperanza; pero la esperanza que se ve no es esperanza, porque, cuando el hombre ve una cosa, ¿la espera? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, seguimos aguardándolo con aguante.

¿Qué significa esto?

Que no importa qué estemos viviendo en este momento, si confiamos en Dios sin dudar, Él nos ayudará a solucionar nuestros problemas, y a alcanzar una vida en bienestar y plenitud ¿Es eso una ilusión? No, es una promesa de Dios, que no puede mentir.

La rana no VEÍA CÓMO salir de la vasija. Nosotros tampoco vemos CÓMO salir de nuestros problemas. Pero, si uno confía en Jehová, Él, a Su Tiempo y Manera, nos da la salida.

jueves, 3 de marzo de 2011

Dios, el que muestra favor


En el Salmo 23 se nos dice que Dios es nuestro Pastor, y que hace que nada nos falte. Cuán reales sentimos que son esas palabras del salmista David cuando percibimos Su presencia reconfortante, escuchamos con atención Su voz guiándonos, y sentimos la suave caricia de Sus manos, que nos refresca el alma. No importa en qué situación estemos, la caricia de Dios nos da descanso y conforta nuestro corazón.

En el Salmo 67:1 se nos promete que “Dios nos mostrará favor y nos bendecirá”. ¿Cómo podemos ver en nuestra vida diaria ese favor del Dios que nos ama?  

La respuesta la hallamos en las consoladoras palabras que Dios inspira al profeta Isaías escribir, para dar ánimo y esperanza a los suyos. Hacia el siglo VIII a. C., el profeta de Dios es movido a decir al pueblo que debe confiar en Dios, y dejar que la voz de Dios los guíe. Sin duda, esas palabras fueron una muestra del amor de Dios hacia aquellos hombres y mujeres a quienes habló Isaías, y pueden consolarnos a nosotros hoy día, porque nos muestran cómo Dios hace manifiesto Su favor a cada uno de nosotros. En Isaías 30:18-21, leemos:

Dios se mantendrá a la expectativa, para mostrarles favor a ustedes, y por lo tanto se levantará para mostrarles misericordia.
Porque Dios es un Dios de juicio. Felices son todos los que se mantienen en expectativa de él.
Cuando el pueblo de Sión habite en Jerusalén, no llorarás de manera alguna. Sin falta él te mostrará favor al sonido de tu clamor. Luego que Él lo oiga, ciertamente te responderá.
Y Dios ciertamente les dará a ustedes pan en la forma de angustia y agua en la forma de opresión. Sin embargo, tu Magnífico Instructor ya no se esconderá de ti, y tus ojos tienen que llegar a ser ojos que vean a tu Magnífico Instructor.
Y tus oídos escucharán una palabra detrás de ti que diga: “Este es el camino. Anden en él”, en caso de que ustedes se fueran a la derecha o en caso de que se fueran a la izquierda.

¡Dios está a la expectativa para mostrar favor a sus hijos e hijas!, ese es el consolador mensaje del profeta. Su misericordia para con Sus hijos e hijas es una muestra de amor hacia cada uno de nosotros. La misericordia de Dios es muestra de Su amor por nosotros, porque nos tiene cariño, siente empatía por lo que es nuestra vida: nuestras luchas, nuestros sueños, nuestros problemas, todo lo que es nuestro día a día. ¿Cómo va nuestra vida? Eso mejor que nadie lo sabe el Padre, y por eso desea ayudarnos, Él siempre está atento en toda situación de nuestra vida para ayudarnos. No estamos solos para afrontar cualquier problema, si nos apoyamos en Dios.  

Porque Dios es un Dios de juicio. Felices son todos los que se mantienen en expectativa de él.

Somos felices si estamos a la expectativa del favor de Dios manifestado en nuestras vidas. “Feliz es el que se mantiene confiando en Dios”, según leemos en Proverbios 16:20. ¿Cómo nos mantenemos en expectativa por el favor de Dios en nuestra vida?




El favor de Dios es real. Personas del pasado y en la actualidad saben que Dios es Bueno, como enseñó Jesús. Sin embargo, los problemas, las dificultades, las frustraciones, esas diversas situaciones que vivimos, pueden hacernos creer que no podemos esperar el favor de Dios en nuestra vida. Consuela saber que estas palabras de Isaías que estamos analizando, fueron dirigidas a la nación de Israel en un momento en el que la nación estaba alejada de Dios. Sin embargo, la mano amorosa del Padre se extiende ante ellos para que se acerquen a Dios. Sí, nada que estemos viviendo puede separarnos del amor de Dios y de Su deseo de ayudarnos. Teniendo la certeza del amor de Dios por nosotros, sabemos que podemos mantenernos en expectativa por Su favor para nosotros.

Cuando el pueblo de Sión habite en Jerusalén, no llorarás de manera alguna. Sin falta él te mostrará favor al sonido de tu clamor. Luego que Él lo oiga, ciertamente te responderá.

Cuando vivimos situaciones difíciles, lloramos, clamamos, o nos sentimos “bajos” de ánimo. Eso lo sabe el Padre, por eso nos anima a orarle, como lo señala el profeta Isaías.

Orar. Orar. Orar. Orar siempre, y no dejar de hacerlo, es la invitación que nos hace Dios. Siempre Dios nos pide que le oremos:

Llámame en el día de angustia. Yo te libraré, y tú me glorificarás

Salmo 50:15

Y ustedes de veras me llamarán y vendrán y me orarán, y Yo ciertamente les escucharé

Jeremías 29:12

El orar tiene muchos efectos positivos. Uno de ellos, es que nos da esa “paz de Dios que supera todo entendimiento” (Filipenses 4:6, 7). En efecto, al orar sentimos una calma y serenidad que nos da la confianza que necesitamos para seguir adelante. Nos ayuda a poner en orden los pensamientos, nuestros sentimientos, y nos da una perspectiva más clara de las cosas que estemos viviendo.

Luego que Él lo oiga, ciertamente te responderá.

La respuesta de Dios a la oración es diversa. Sabemos que Dios responde a la oración. ¿Cómo? De la manera más armoniosa, positiva para nosotros y teniendo en mente nuestro bienestar. Tenemos que estar atentos a la respuesta de Dios.


Un error que se comete a veces es el orar y no dejar en manos de Dios las cosas. “Lanza tu carga sobre Dios mismo, y él mismo actuará” (Salmo 55:22), es el consejo que nos dice algo sencillo: ora, deja el problema en manos de Dios, y deja que Él actúa. Parece simple, pero no lo es. Requiere paciencia. Pero hay que pensar en lo siguiente:

¿Quién sabe cómo y cuándo resolver el problema mejor: el Dios Todopoderoso o yo? Entonces, hay que dejar que el “experto” en resolver problemas se encargue. A Dios ningún problema o situación le queda grande.

Y Dios ciertamente les dará a ustedes pan en la forma de angustia y agua en la forma de opresión. Sin embargo, tu Magnífico Instructor ya no se esconderá de ti, y tus ojos tienen que llegar a ser ojos que vean a tu Magnífico Instructor.

A veces vivimos situaciones que nos causan angustia, opresión, las cosas se complican. ¿Cómo enfrentar esas situaciones?

El profeta Isaías dice que Dios da pan en la forma de angustia y agua en la forma de opresión. Es como si al vivir esas situaciones, la “comida (pan) y bebida (agua)” que Dios nos da son los problemas que vivimos. Sin embargo, Dios nos invita a ver más allá del problema. Ver a Dios como un “Magnífico Instructor”. ¿Qué significa eso?

Al Dios Verdadero, se le conoce con varios títulos, como Padre, Altísimo, Jehová-yiré o Pastor. Cada uno de esos títulos describen una faceta, o atributo de Dios, en su naturaleza divina o en Su relación con nosotros. En este caso, Magnífico Instructor es el título que usa Isaías, y es singular porque en todas las Escrituras, sólo aparece este título en este versículo de Isaías 30:20.

De Jesucristo sabemos que es el Maestro. Sin embargo, a Jesús alguien le enseñó, pues Él dijo que “lo que enseño no es mío, pertenece al que me ha enviado” (Juan 7:16). Y el que envió a Jesucristo fue Dios, el Padre.

Dios es Omnisciente, todo lo sabe. ¿Qué puede enseñar? Puede enseñar sobre cualquier cosa: el pasado, el presente, el futuro, el origen del Universo, la verdad sobre cualquier asunto… sus enseñanzas son infinitas, siempre tiene algo que enseñar.

Dios puede ser nuestro Maestro, nuestro Magnífico Instructor. La forma en que está redactado el texto bíblico da a entender que Dios instruye, y nosotros, los instruidos por Él, debemos estar con la mirada 110% atenta a toda enseñanza que provenga de Él. Nuestros ojos, deben ser ojos que “vean” al Magnífico Instructor.


Más allá de la angustia del problema o de las situaciones que estemos viviendo, la invitación amorosa del Padre es la de aprender de lo que estamos viviendo, sacar el máximo provecho de la situación. Aprendemos cuando vamos a la escuela, o a la Universidad, o haciendo un curso de estudios con un programa establecido, en el que nos sentamos en un salón de clases o un lugar preparado para que aprendamos. Pero así no nos enseña Dios. Él puede usar las situaciones que vivimos para enseñarnos.

¿Qué nos enseñan los problemas? Muchísimo, si oramos a Dios por guía y nos dejamos moldear por Dios. Dios revelará a nuestro corazón el aprendizaje de cada situación. Lo más sabio es entonces, dejarse guiar y enseñar de Dios para que nuestra vida sea mejor. Eso es lo que quiere Dios para nuestra vida. 

Y tus oídos escucharán una palabra detrás de ti que diga: “Este es el camino. Anden en él”, en caso de que ustedes se fueran a la derecha o en caso de que se fueran a la izquierda.

Antes, eran nuestros ojos los que debían ser ojos que vean al Magnífico Instructor. Ahora son nuestros oídos los protagonistas de la exhortación de Dios. ¿Qué deben hacer nuestros oídos? Escuchar la palabra de Dios, “detrás de nosotros”. Algunos expertos en textos bíblicos interpretan esta expresión como aquella costumbre de los pastores, de ir a veces detrás del rebaño, guiándolo con sus gritos para que no se descarríe. 

Orar a Dios es importante, y esperar a Su respuesta a nuestra oración. Sin embargo, el camino de Dios es uno solo. No debemos desviarnos de seguirlo, sino que siempre debemos tener oídos que escuchen Su guía amorosa.




El desafío es entrenar el oído para que sea la voz de Dios la que nos guíe. “Te haré tener perspicacia, y te instruiré en el camino en que debes ir. De veras te daré consejo con mi ojo sobre ti” (Salmo 32:8). Dios da perspicacia, la capacidad de entender qué rumbo de acción seguir. Así, escuchando SU voz guiándonos, por medio de lo que dice la Biblia o la respuesta a nuestras oraciones, sabemos que Dios nos guía, sin desviarnos a la “derecha o izquierda”.

Repasar estas palabras de Isaías 30:18-21 nos ayudan a entender que Dios nos tiene misericordia, nos consuela, nos invita a orarle y enseña como un “Magnífico Instructor”. Sí, estas palabras nos animan a estar en expectativa del Dios que nos muestra favor.