-¡Conque eres muy duro! Tienes problemas y los resuelves golpeando un árbol.
El joven le contestó:
-Sí, así soy, duro y fuerte.
El hombre viejo replicó:
-Prefieres golpear un árbol, descargar toda tu energía en él y abandonar tus problemas sin tratar de resolverlos. Así que eres duro y fuerte.Ven, te voy a decir algo.
El viejo le dice:
-Obsérvalos, el roble es grande, duro, y muy fuerte, igual que tú, y el bambú es diferente, pues es muy delgado, y flexible. ¿Sabes? En tiempos de tormenta, cuando los vientos soplan muy fuerte, el único que sobrevive a tal desastre natural es el bambú, ya que el roble es muy duro para soportar la tormenta.
El bambú con su gran flexibilidad soporta toda tormenta, ya que se mueve y dobla en armonía hacia donde los vientos se dirijan. Mientras que el roble es tan, tan duro, tan estático, que en vez de doblarse, se quiebra, trata de resistir o imponerse ante la tormenta, hasta que tarde o temprano, cede. Pasada la tormenta, el único que queda de pie es el bambú delgado y flexible, listo para soportar otra tormenta.
Esta historia sencilla tiene una moraleja clara: en tiempos de dificultad, como las tormentas que debe afrontar el roble o el bambú, sólo el que es flexible, y actúa en armonía con el fluir del viento, permanece. Quienes sean como el roble: duros, rígidos, sin capacidad de moverse, son arrancados de raíz, por los fuertes vientos.
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