domingo, 13 de marzo de 2011

La "grande" Fe de un militar romano: necesidad de tenerla HOY

http://i.ytimg.com/vi/-w8hDZHXhQw/0.jpgConvertir agua en vino, multiplicar panes, sanar leprosos, dar la vista a los ciegos, son algunos de los actos que hizo Jesús, en los que se hizo evidente el poder de Dios, y Su capacidad de responder con soluciones a problemas y situaciones humanas diversas.


Por ejemplo, cuando miles de personas que seguían a Jesús estaban hambrientas y era imposible que pudieran comer, por estar lejos de casa o de alguna ciudad para comprar víveres, Jesús las alimentó milagrosamente en 2 ocasiones. O cuando alguna persona estaba enferma, tan sólo tocar a Jesús era suficiente para sanar: como el caso de la mujer con 12 años de flujo de sangre. En los milagros de Jesús hay un elemento clave: la fe.


¿Qué puede decirse sobre la fe de las personas que recibieron milagros de Jesús en su vida? ¿Fueron todos los que se beneficiaron del poder de Cristo Jesús, y sus milagros, personas de una gran fe?

http://farm5.static.flickr.com/4030/4470840322_564f49412b.jpgEl relato sobre un milagro de Jesús nos aclara esta pregunta, y nos muestra cómo Jesús evalúa la fe de las personas (el relato lo hallamos en Lucas 7:1-10 y Mateo 8:5-13). En cierta ocasión Jesús entra en Capernaum. Hombres prominentes de la ciudad se le acercan para pedirle algo. ¿Qué?


Sucede que un militar, oficial del ejército romano que es gentil, o pagano, que tiene a su cargo una cuadrilla de 100 hombres (por eso se le llama "centurión"), tiene un grave problema: el más estimado de sus siervos está gravemente enfermo, puede morir de un momento a otro. Y... sólo Jesús puede salvarlo de una muerte segura.


Los judíos le piden a Jesús que actúe a favor del oficial.  No es una petición fácil. Se trata de pedirle a Jesucristo que salve la vida a un hombre pagano, un no judío. Sin embargo, es el oficial romano el que está pidiendo a Jesús que haga esto. Pero un no judío o pagano, no puede venir ante Jesús y pedirle este milagro. Se supone que una persona no judía es una persona de la peor calaña, que no respeta a Dios ni tiene las mínimas normas morales y éticas. ¿Una persona así le está pidiendo al Mesías un milagro?      


Este militar romano no es así. Los líderes judíos dicen que es un hombre "digno" de este favor, pues ama a la nación judía, y él edificó la sinagoga que había en Capernaum. Es decir, que este militar romano había demostrado con hechos que tenía una actitud hacia Dios y la nación judía que era positiva, muy diferente a la de otros romanos. Sí, este militar no iba a la sinagoga pues no era ni judío ni prosélito, pero en su corazón había respeto piadoso por Dios. 


http://rogerpuma.files.wordpress.com/2008/04/jesus12.jpg
¿Qué hace Jesús? Se va con los hombres. Al acercarse a la casa del militar romano, él envía a unas personas a decir: 

“Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres debajo de mi techo. Por esto no me consideré digno de ir a ti”.

Estas palabras del oficial son de humildad. ¡Qué diferente a la actitud arrogante y prepotente de los judíos que se creían superiores a los demás, con derecho a juzgar y pisotear moralmente a otros!

Este centurión romano manda un mensaje a Jesús:

 “Di la palabra, y sea sanado mi sirviente. Porque yo soy también un hombre puesto bajo autoridad, que tengo soldados bajo mí, y si digo a este: ‘¡Vete!’, se va, y a otro: ‘¡Ven!’, él viene, y a mi esclavo: ‘¡Haz esto!’, y él lo hace”.


Cuando Jesús escuchó aquello, Él se admiró. Quedó maravillado por estas palabras del oficial romano. Si buscamos por todos los 4 evangelios, es la única vez que se indica que Jesús sintiera admiración por alguien, o se maravillara por la respuesta de una persona. 


¿Por qué Jesús siente eso por las palabras del centurión?

 

Les digo en verdad —dice Jesús—: 

No he hallado en Israel a nadie con tan grande fe.

Jesús conocía a todos los israelitas. Sabía quién era quién en Israel. Y nadie demostró la grande fe que tuvo el centurión. Por cierto, que Jesús habla de que Él no había hallado a nadie con un fe tan grande. Era como si hubiera estado todo el tiempo en una búsqueda afanosa, como quien busca una aguja en un pajar, por ver si a l g u i e n demostraba fe. Y en Israel no hubo una persona de una fe grande. Pero el centurión romano, el personaje que uno menos se imaginaría que podría tener fe, ese fue el que hizo que Jesús sintiera admiración por él.    


Jesús sanó al siervo del oficial. ¿Cómo lo hizo? No tuvo necesidad de ir a la casa del oficial, tocar al enfermo y sanarlo. Simplemente dio la palabra de curación para el siervo del oficial, y sucedió. ¿Se imagina un milagro en el que Jesús, a distancia, curó a una persona que casi muere? 

Al Jesús hablar de la fe grande del militar romano, ¿qué quiso decir? La fe no es una cosa material, tangible. Es de naturaleza espiritual. Es una de las grandes virtudes espirituales, junto al amor y la esperanza. Estas palabras de Jesús nos indican que para Él, no basta con tener "fe". Hay una fe que es grande. Grande, no en tamaño, sino en calidad y grado 

 
Si recordamos la ocasión en que Pedro caminó sobre las aguas, y vio la tormenta y se hundió, ¿qué le dice Jesús cuando regresan a la barca, sanos y salvospoca" fe. Sí, Pedro tenía fe en Jesús, en que era el Mesías y en Sus enseñanzas, pero en el momento de la tormenta, en el que estaba en medio de una crisis grave, tenía a Jesús al frente, y dudó. Prevaleció la duda, no la fe. La "poca" fe de Pedro no fue lo suficientemente fuerte, de una cualidad probada, como para haberlo mantenido en pie en medio de la tormenta con la vista fija en Jesucristo.

La fe grande del oficial complació a Jesús. La actitud humilde, de confianza plena en que Jesús actuaría fue lo que movió al oficial a hacer algo extraordinario: pedir un milagro al Hijo de Dios. Quien tiene una fe grande tiene esa actitud de humildad, audacia y confianza plena. ¿Audacia? Sí, el oficial fue audaz, porque no era 100% seguro que Jesús accedería. Pero él se atrevió a hacer lo que pudiera para lograr la curación de su siervo.

La fe requiere osadía, atreverse, no dar por sentado que Dios actuará, o que Dios sabe lo que uno quiere. La fe grande significa saber que actuar con la debida actitud aquí en la Tierra mueve algo allá en el Trono de Dios. Jesús al enseñar sobre la oración, siempre usó ilustraciones de personas que eran insistentes, tercas, hasta "fastidiosas". ¿Qué era la viuda que le pedía justicia al Juez? ¿O el amigo que iba a medianoche a pedirle panes al amigo que estaba durmiendo? 

A veces por pena, por miedo, o por no tener la certeza de que uno va a lograr el objetivo, no se ora a Dios por algo, no se lucha por lograr lo que uno quiere de Dios. El centurión romano tenía claro que quería: que su siervo se sanara.

Tener claro qué se quiere, hace más fácil la lucha. Es como concentrar toda la fuerza de voluntad y energías en un objetivo. Pero si uno no sabe lo que quiere, es difícil que Dios actúe. ¿No se supone que Dios sabe lo que uno quiere? Sí, pero, también es importante que lo tenga claro uno mismo.

La fe es indispensable para triunfar. "Sin fe es imposible agradar a Dios", escribiría Pablo. El ejemplo del militar romano nos indica que tener claros los objetivos de lo que queremos, tener la debida actitud de humildad y perseverancia ante Dios, con una inquebrantable confianza, mueve al Dios de los cielos a actuar a nuestro favor.